Durante la tarde del sábado 3 de octubre, el rector padre David Halm C.S.C, bendijo las mascotas de nuestra comunidad instaurando una nueva tradición en la víspera del día de san Francisco de Asís (4 de octubre). Fue una actividad que reunió a la familia en torno a la alegría y al cuidado de la creación, observando todas las medidas de seguridad por el COVID. De hecho, las familais no necesitaban bajarse del auto para recibir la oración y el agua bendita.
San Francisco de Asís vivió en Italia en el Siglo XII. Francisco creció en una familia acaudalada, pero siendo joven, renunció a sus riquezas y bienes terrenales para vivir en la simpleza y la humildad.
Cuando Francisco hablaba todos escuchaban, incluyendo a los animales. Había un lobo que vivía en la ciudad de Gubbio. El lobo entraba en la ciudad cada noche, para asustar o alimentarse de alguno de sus habitantes. Francisco habló con el “Hermano Lobo” y descubrió que este solamente tenía hambre.
Francisco le explicó que estar hambriento no era razón suficiente para comer personas o a sus mascotas, o para aterrorizarlas. El lobo finalmente, se volvió tan dócil que la gente lo alimentaba y los niños corrían por la ciudad en su lomo. En la ciudad de Gubbio, Francisco construyó un pequeño establo al aire libre y puso a personas para personificar a María, José, los pastores y los ángeles. Luego, añadió los animales – una vaca, un burro, ovejas, etc. Cuando le preguntaron por ellos, Francisco respondió: “Seguramente los animales también alabaron al nuevo Mesías de la misma manera que lo hicieron los pastores y los ángeles», así nacieron los pesebres.
En muchas parroquias alrededor del mundo se bendicen los animales como una forma de honrar el amor místico de san Francisco por Dios.