A mediados de este mes, nuestro director de pastoral defendió su tesis doctoral para la Universidad de Salamanca relativa a la investigación de la categoría del “profesor pastor”, la manera en que la Congregación de Santa Cruz entiende la educación en todos sus colegios a lo ancho del mundo.


El miércoles 15 de julio, el padre Rodrigo Valenzuela C.S.C cerró una etapa importante de su vida académica al defender su tesis para obtener el título de doctor en educación otorgado por la Universidad de Salamanca, España, tras haber cursado el Master en esa misma casa de estudios. “Me sentí emocionado, recordé que esto fue con harto esfuerzo. Recordé a los ausentes, al padre Fermín Donoso, que fue mi primer director de estudios, me acordé de Carlos Delaney, de Robert Simon cuando conversábamos”, rememora y también nombra a los superiores de la Congregación de Santa Cruz que lo apoyaron en distintos momentos: Michael DeLaney C.S.C y José Ahumada C.S.C. “Tanta gente que pasó y cosas que la providencia puso en el camino”, relata.

La defensa fue vía plataforma electrónica precisamente para ahorrar los costos del viaje y la estadía, y consistió en una exposición de lo más relevante de la tesis y preguntas de la comisión examinadora. El resultado fue la calificación máxima: sobresaliente cum laude.

Por crecer en una familia llena de profesores de lenguaje, desde pequeño nuestro director de pastoral tenía el sueño de estudiar en la Universidad de Salamanca, casa de estudios laica y una de las más longevas y prestigiosas de Europa. Padre Rodrigo, periodista de profesión y ordenado sacerdote de la Congregación de Santa Cruz en 2012, cuando fue invitado por sus superiores a perfeccionar sus estudios pensó inmediatamente en Salamanca, no solamente por ser una de las cunas del idioma castellano, sino porque su facultad de educación dialoga intensamente con lo que sucede en las salas de clases cotidianamente. Explica que usualmente, “se habla de gestión educativa separada de lo que pasa en el aula, en cambio la perspectiva que ofrece Salamanca es que cuando se habla de liderazgo educacional, se hace en relación directa con lo que pasa en el aula, entonces tuve clases sobre pensamiento pedagógico contemporáneo, sicología del niño y del adolescente, procesos de aprendizaje (…) Eso fue muy enriquecedor”.

Su investigación doctoral, obra de más de mil páginas con una robusta argumentación teórica, se refiere a la categoría de “profesor pastor”, un concepto que ya había tratado en su tesis de Máster y que nació en los pasillos del Saint George. Recuerda que cuando llegó al colegio en 2012 como profesor jefe del Noveno A, escuchó a profesores decir que el padre Gerardo Whelan hablaba que los docentes en el Saint George eran profesores pastores. “Cuando pregunté a gente que llevaba mucho tiempo en el colegio como Carlos Figueroa, Guillermo Lobos, Claudia Carter, Andrea Aninat, Fernando Marín y Paul Boudreaut, me daban aproximaciones por intuición. Y me quedó dando vueltas, porque creí (y creo) que es una categoría muy potente, pero de la que nadie había escrito». Dice que la importancia del acompañamiento en las trayectorias escolares no es algo que enseñen en la formación inicial ni en la formación permanente, sin embargo es lo que se hace diariamente en el Saint George y también en otros colegios. “El acompañamiento educativo no es patrimonio únicamente del colegio, lo que pasa es que nosotros lo relevamos, es un elemento nuclear y decisivo en la labor del profesor jefe”.

¿Cuáles son las principales características del “profesor pastor”?
En primer lugar, no es una categoría que alcanzas y que se acabe, sino que está en permanente construcción. La gran distinción es que el “profesor pastor” es un escuchante de las historias de vida de los estudiantes, no un oyente. Hago esta diferencia porque oír es un acto mecánico y escuchar es oír con compromiso, es fundamental. También ofrece una perspectiva crítica a un tipo de educación que otorga una excesiva importancia a las pruebas estandarizadas. Efectivamente, queremos que nos midan, nadie piensa lo contrario, pero reducir la educación solo a resultados es incompleto. Además, retomo a un pensador francés que plantea que los docentes no trabajan como profesores, sino que son radicalmente profesores, subrayando el peso ontológico. Así es que ser profesor es una manera de entenderse y situarse en el mundo. Esto implica la figura de un profesor que aprende con los estudiantes, que no se instala frente a sus estudiantes sino junto a ellos y desde esa perspectiva es un compañero de camino que los escucha y conoce. El “profesor pastor” apunta a conocer a sus estudiantes de manera integral y aquí está la convicción: el desempeño del estudiante no se puede abstraer de su historia de vida. Por eso es tan importante conocerlo, porque esa historia de vida, tarde o temprano, repercute en el desempeño escolar.

¿Cómo recibió una universidad laica esta investigación?
En marzo de 2018 mi profesora tutora me dijo que, considerando que tenía las mejores notas del grupo y que el tema del “profesor pastor” podía asociarse a un tema religioso, considerara no hacerlo para no bajar mis calificaciones. Y yo, que me muevo por convicciones, dije que iba a continuar trabajando sobre el “profesor pastor”. Tuve la advertencia que no podía tener citas bíblicas, porque eran significativas solo para personas que, en su libertad, acogieran el don de la fe. Y si ves la tesis completa no aparece el término Jesús y no hay citas bíblicas que, si bien es cierto, fue limitante al principio, me permitió que la categoría de “profesor pastor” se aplicara a cualquier escuela. Esa era una de las razones por las que me interesaba tanto tener un fuerte entramado teórico para dar sustento desde Kant, Heidegger, san Agustín y santo Tomás, por ejemplo.

¿De qué manera se ha compartido o se puede compartir esta investigación con otros?
Falta hacerlo con los apoderados y también con los estudiantes, porque ellos tuvieron un rol fundamental participando en los grupos focales. Pero para los profesores, el tema no es nuevo, ya está en su vocabulario. A medida en que avanzaba en la investigación tuve la ocasión de presentarla, también en los perfeccionamientos docentes he tenido charlas y conversaciones al respecto. Ten en cuenta que esta categoría no es un fin, sino que es un medio que apunta hacia el aprendizaje en humanidad, así está definido. El gran trabajo que tenemos es masificar esto. Ahora estamos en pandemia, pero el gran desafío es trabajar con los colegios del Arzobispado, por ejemplo. Hay colegios en sectores vulnerables que hacen acompañamiento pedagógico, entonces es darles un sustento teórico y mostrar la relevancia para los estudiantes, porque marca positiva o negativamente las trayectorias escolares.

Otra manera de difundir este conocimiento es la labor que padre Rodrigo realiza en los consejos consultivos de la Revista Española de Educación Comparada y de la Revista de Educación de la Universidad Autónoma de Madrid. Una tercera es escribir en revistas académicas lo que implica la figura del “profesor pastor” que bebe del acompañamiento educativo de los estudiantes.


¿Cómo se siente ahora?
Me siento tranquilo y satisfecho, porque es un aporte para la congregación, para los colegios, es un reconocimiento para lo que hacemos todos los días nosotros en el Saint George con inmejorables condiciones, porque está dentro de nuestro horario de trabajo; pero también investigué colegios municipales que lo hacen en condiciones sumamente adversas. Creo que esta investigación me permitió presentar de manera acabada todo lo relativo al “profesor pastor”. Me siento muy orgulloso, porque es lo que hacemos en el colegio y es un elemento muy potente y característico sobre cómo entiende la educación la Congregación de Santa Cruz en todos sus colegios en el mundo.

Todos los fines de semana padre Rodrigo viajaba al pueblo de Casares de las Hurdes para celebrar la Eucaristía
Padre Rodrigo junto a compañeras en la época de su titulación del Master en Educación