Historia

En 1935 el arzobispo de Santiago, monseñor Horacio Campillo, adquirió una propiedad en avenida Pedro de Valdivia. Al año siguiente se instaló ahí un colegio con dos secciones: El Saint George´s College para niños y el Saint Mary´s School para niñas. Charles Hamilton, educador irlandés de gran prestigio avecindado en nuestro país, asumió ese mismo año la rectoría del Saint George´s College y el colegio de niñas fue trasladado. Así nacía el Saint George´s College, “an english school for boys».

Años en Pedro de Valdivia

En plena Segunda Guerra Mundial, el hijo sacerdote de Mr. Hamilton denunció desde el púlpito del colegio el genocidio nazi. Sus palabras sonaron demasiado fuerte en un Chile neutral y precipitaron la renuncia del rector en 1941, el mismo año en que se graduaron los primeros nueve alumnos de Sexto Año de Humanidades.

El nuevo arzobispo de Santiago, monseñor José María Caro invitó a la Congregación de Santa Cruz de Indiana, Estados Unidos, a hacerse cargo del Saint George’s College. En marzo de 1943 llegaron tres sacerdotes de Santa Cruz, ellos asumieron el desafío retomar la senda del fundador de la congregación: «educar mentes y corazones». Instauraron una pedagogía creativa que impulsaba a los jóvenes georgianos a desarrollarse con rigor y excelencia no sólo en lo académico, sino en las artes, las letras, ciencias y deportes.

Al año arribaron los padres James d´Autremont y Theodore Huard y en 1945 lo hicieron los padres George De Prizio y Francis Provenzano. Los sacerdotes ejercieron un liderazgo iluminador en el alumnado, encarnando ellos mismo el espíritu georgiano. Este sello místico, difícil de definir, está marcado por una actitud de servicio, tolerante y diversa, crítica, pero respetuosa y jamás indiferente.
Para mediados de los ‘50, el Saint George´s College contaba con 1.100 alumnos. Fue una etapa en que el prestigio del colegio creció y se consolidó. Florecieron academias artísticas, las selecciones deportivas y clubes de debate. La vida escolar se nutría del sello pluralista y realista de los sacerdotes de Santa Cruz. Los georgianos destacaban en el quehacer del país.

El colegio transmitió a los alumnos la idea de la responsabilidad apostólica de los laicos por medio de la Acción Católica. La apertura hacia la realidad social y la solidaridad con los pobres se plasmó en las Obras Sociales San Jorge, fundada en 1954. Inspirados en la renovación espiritual del Concilio Vaticano II el colegio se embarcó en una senda de cambio con distintos desafíos, como el programa de becas. Con la participación de todo el profesorado del colegio, los padres Gerardo Whelan (Orden al Mérito Gabriela Mistral por su aporte al país en educación) y Robert Simon pusieron en marcha un proyecto experimental de educación, aprobado oficialmente por el Estado chileno en 1967. Este programa apostaba por la diversidad, el respeto por el otro y el servicio a la sociedad.

Llegada a La Pirámide

En 1970 el colegio se trasladó a La Pirámide, se transformó en coeducacional y recibió a las primeras alumnas georgianas. Así respondió a los signos de los tiempos y a las enseñanzas del documento sobre educación de la Asamblea Episcopal Latinoamericana realizada en Medellín que expresaba que nadie debía quedar marginado de una educación cristiana.
Los inicios de la década del 70 estuvieron marcados por una profunda confrontación política e ideológica, en el mundo y en Chile. El sello de Santa Cruz era su compromiso y apertura hacia los conflictos sociales. Hubo debate, división y crisis dentro de la comunidad georgiana a raíz de cuál debería ser la visión del colegio frente a los proyectos políticos que se estaban enfrentando en nuestra sociedad. Algunas familias no compartieron el plan educativo del colegio y retiraron a sus hijos. En 1973 el gobierno militar intervino varias instituciones educacionales. Entre ellas, el Saint George’s College. El padre Whelan, rector en ese entonces, se negó a renunciar voluntariamente. A fines de 1973 todos los religiosos de Santa Cruz se retiraron del colegio, pero siguieron trabajando al servicio del país en apostolados y en distintas universidades y colegios.

Durante los tres años que duró la intervención militar el Saint George dejó de ser un colegio de Iglesia y se abandonó el plan experimental. La congregación trabajó incansablemente por retomar la dirección del colegio, con el cardenal Raúl Silva Henríquez como interlocutor. Finalmente se acordó que la congregación cediera en comodato el colegio al Arzobispado de Santiago por seis años.  Una vez cumplido el plazo se renovó el comodato por otros tres años al mismo tiempo que se creó un Consejo Superior integrado por sacerdotes de Santa Cruz, quienes además se integraron a la Pastoral del colegio y al cuerpo de profesores. 

A partir de 1986, y hasta la fecha, la rectoría del colegio ha sido asumida por distintos sacerdotes de la Congregación de Santa Cruz.