190 niños y niñas recibieron por primera vez el cuerpo de Cristo tras un año de preparación junto a sus guías y en compañía de sus familias. “La preparación a la Primera Comunión es un camino – tanto de la familia como el niño o niña – a la recepción de los dos sacramentos de Reconciliación y la Eucaristía”, explica el padre David. “Viendo las familias de nuestros alumnos y alumnas de 4° básico prepararse todo el año en comunidades, durante jornadas, oraciones y celebraciones fue para mí emocionante e inspirador. Como dijo el Venerable Father Patrick Peyton, CSC: ‘La familia que reza unida, permanece unida’. Así es que si nuestra esperanza ahora es la unidad, sabemos la manera de alcanzarla…”
A partir de esta gran alegría y de lo que vivimos en el contexto nacional, el padre David reflexiona: “Sabemos que cuando recibimos la Eucaristía, nos convertimos a lo que recibimos: el cuerpo de Cristo. San Pablo escribió a los corintios (1 Cor. 12;20,24-27) ‘De hecho, hay muchos miembros, pero el cuerpo es uno solo… Pero Dios dispuso el cuerpo, dando mayor honor a los miembros que más lo necesitan, a fin de que no haya divisiones en el cuerpo, sino que todos los miembros sean mutuamente solidarios. ¿Un miembro sufre? Todos los demás sufren con él. ¿Un miembro es enaltecido? Todos los demás participan de su alegría. Ustedes son el Cuerpo de Cristo, y cada uno en particular, miembros de ese Cuerpo’. En estos días necesitamos recordar que todos nosotros somos del mismo Cuerpo y que cuando uno o una sufra, todos nosotros sufrimos. La solidaridad requiere de nosotros mucho más que una intención, requiere la empatía cristiana que ve en los vulnerables que sufren a nuestros hermanos y hermanas, partes del mismo Cuerpo de Cristo”.