Contó que durante las vacaciones pudo volver a leer el proyecto educativo e invitó a los docentes a releerlo para encontrar resonancias en los temas actuales. “Lo segundo –dijo- es que hagamos una reflexión personal y colectiva sobre una característica del colegio que valoramos y que la sociedad valora: la vocación de uno entendida como algo personal y social”. Expresó que como sacerdote espera una unidad entre lo social y lo sacramental para formar alumnos agradecidos.
Otro de los temas que destacó fue la seguridad de los alumnos, tarea de todos los que trabajamos en el colegio. Pidió que cada uno, dentro o afuera de la sala, sea consistente con el Reglamento de Convivencia. Tras ello comunicó su visión y la de la Congregación de Santa Cruz, sobre la educación: “formar académicamente y también en cada ámbito donde un alumno pueda ampliar su formación intelectual como es el ámbito artístico, musical, pastoral y deportivo”, no hay formación intelectual sin formación humana, añadió. Dijo a los presentes: “Esa visión implica para nosotros trabajo planificado, constante evaluación de los aprendizajes con retroalimentación, responsabilidad por el aprendizaje de todos los alumnos y no temer exigirles”.
En este mismo sentido y, para terminar, insistió en crear una cultura de pensamiento, la que implica “clases centradas en los alumnos, alumnos que opinan desde el conocimiento o los valores, prácticas de aula que estimulen habilidades superiores de pensamiento y modernizar nuestras metodologías de enseñanza” para un mundo donde el aula no seguirá siendo un lugar privilegiado de formación, sino que el aprendizaje significativo se desarrollará en diversos ámbitos de la vida.